Es normal que los padres se preocupen ante la menor sospecha de una enfermedad que ha causado graves consecuencias en los adolescentes. La anorexia es un desorden severo del comportamiento alimentario frente al que hay que estar alerta, pero también conviene diferenciarlo de otras conductas frecuentes y menos peligrosas, que alteran las costumbres de los jóvenes.
Lo primero que debes observar
es si tu hija tiene una imagen adecuada de su propio cuerpo. Es posible que sólo desee gustarse y gustar y que para ella, meterse en una talla menos de vaqueros sea la máxima expresión de la moda y la belleza, pero la pregunta es ¿está ya muy delgada aunque se ve gorda?
Otro indicio importante es su reacción ante los cambios corporales propios del desarrollo: cierto pudor es normal, pero no un rechazo que la lleve a ocultarlos o a impedirlos con una extrema delgadez.
Observar estas diferencias es importante, porque cualquier adolescente puede obsesionarse de manera puntual con la dieta y la moda, pero si su desarrollo es adecuado y su peso razonable, ver que busca sentirse atractiva y elige las prendas de ropa que la favorecen debe ser tranquilizador.
La anorexia se manifiesta
por una pérdida de peso excesiva, provocada mediante la privación de ingesta de alimentos suficientes, que lleva a mantener un peso por debajo del mínimo saludable.
Respecto a los síntomas, hay cinco aspectos muy significativos:
1. Percepción distorsionada del cuerpo,
viéndolo obeso a pesar de la notable delgadez.
2. Alteraciones alimentarias
como ocultar la comida, inducir el vómito, tomar laxantes.
3. Alteraciones de la conducta:
perfeccionismo e higiene exagerados y exceso de actividad física.
4. Trastornos fisiológicos,
como alteraciones del sueño, irregularidad del ciclo menstrual, cabello y piel secos y excesivo vello corporal.
5. Deseo de cocinar para los demás.
Se interesan por platos y repostería exquisitos.